Ley de la inercia

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Parece inútil rebelarse contra el poder de las etiquetas, contra el poder de las expectativas. Ya desde la vida en el colegio existe un punto crítico de no retorno en el que, algunos alumnos inician su “periplo ascendente” porque son muy atentos en clase y otros su “descenso a los infiernos”, por el simple hecho de ser más revoltosos.

Fuente: erepublik.com
Fuente: erepublik.com

Por ello hoy hablaremos de la paradoja del profesor, pero que se puede extrapolar a cualquier ámbito, para que de esta manera no os olvidéis de lo importante que es no caer en la arbitrariedad, tanto a niveles pequeños como son las escuelas, como a niveles grandes, como puede ser un gobierno o un banco.
Imaginemos a un profesor que está corrigiendo dos exámenes, el primero es de un alumno que sus notas suelen ser excelentes, es atento y participa en clase; por el contrario, el segundo es de un alumno que sus notas suelen oscilar entre el suspenso y el aprobado, es charlatán y pasivo en clase. Pues bien, ante esto el profesor decide valorar el primer ejercicio pasando por alto algunos pequeños errores y omisiones, y decide puntuarle con buena nota atendiendo al historial y su conducta en clase. Por el contrario, al segundo ejercicio decide suspenderle, puesto que el profesor espera mayor implicación y esfuerzo del alumno. Es decir, se tiende a magnificar los fallos de los alumnos menos excelentes, y no darles importancia a los de las personas más brillantes. Esto hay que erradicarlo, hay que ser objetivo, porque realmente al primero se le está “vendiendo” una realidad que no es, y al segundo igual.

“hay que saber estar en la picota y abajo”

Es una frase que me decían de pequeño, y tiene toda la razón. Las cosas suelen ir a rachas, de forma que cuando uno se encuentra en una espiral ascendente el viento parece soplar siempre a su favor, y al que todo le va mal, cae en picado, como una especie de Ley de la inercia, pero realmente, en algún momento esa racha cambia de polo, y hay que saber asumirlo, tanto para bien como para mal. La situación de bienestar o malestar no es eterna.