Estoy leyendo otra vez, esta vez «Memoria de mis putas tristes«, lo último de Gabriel García Mazquez. Y me esta gustando, cuando díce: «Ay, mi sabio triste,…» … «Los sintomas del amanecer había sido perfectos para no ser feliz.«
Pero creo que los sintomas del amanecer son la escusa perfecta para ser feliz otro día, más feliz que el anterior, disfrutar más que el anterior, y como también citó Cicerón (ahora en boca de las palabras de Gabriel), «No hay un anciano que olvide dónde escondió su tesoro.» Por mucho que la memoria mengue, y que el olvido oculte sus pasos, un tesoro nunca puede esfumarse de nuestra memoria, por más que insistamos en hacerlo largar de nuestra morada.