La magia de ‘Las primeras miradas’

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«Una imagen vale más que mil palabras», una frase muy escuchada, pero para el tema de hoy lo cambiaría por «Una mirada vale más que mil palabras». Estaremos de acuerdo en que se puede casi conocer en pocos segundos a una persona por una mirada, una mirada correspondida. En el post de hoy hablaremos de la magia de las primeras miradas, y os dejaré un poema del gran escritor romántico Mario Benedetti.

Fuente: taringa.net
Fuente: taringa.net

Otro de los tópicos que se suelen decir, es que sabes si la persona es especial en el primer beso, estoy de acuerdo pero a medias. No hace falta ni llegar al beso para descubrirlo, en esas primeras miradas, tendremos gran cantidad de información, y sobre todo gran cantidad de sensaciones.

Nos encontraremos con miradas que no nos digan nada, en ese momento esa persona, aunque no nos demos cuenta del motivo, nos parecerá que habrá perdido todo el interés. Es un acto inconsciente, al igual que cuando nos fijamos en alguien y no sabemos el por qué, y muchas veces es por su forma de mirar (nos).

Las miradas pueden transmitir desaprobación, odio, rabia, desinterés, entusiasmo, amor, etc. Pero yo concretamente tengo especial predilección por las primeras miradas, esas que estás enfrente de esa persona, y que sólo a través del diálogo de los ojos, se desprende magia, y a la vez incertidumbre, inseguridad, y mucha ilusión. Cuando esas primeras miradas son correspondidas del mismo modo, se convierte de golpe en un ser especial, una persona que sabes que es diferente, que ha llegado para quedarse, y que es la primera mirada de una larga y preciosa historia.

Para terminar quería dejaros con este poema de Mario Benedetti, un romántico y genial escritor, que nos dejó estos sensacionales versos, titulados ‘Las primeras miradas’. Espero que os guste:

Nadie sabe en qué noche de octubre solitario,
de fatigados duendes que ya no ocurren,
puede inmolarse la perdida infancia
junto a recuerdos que se están haciendo.

Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,
escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,
en el pecho, en los muslos impacientes
sentir cómo los labios se desprenden
de verbos maravillosos y descuidados,
de cifras defendidas en el aire muerto,
y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas
y desde ya cansadas se conjuran
para impedirnos el único fantasma de veras.

Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,
un sitio donde asir la larga soledad
con los primeros ojos, sin gastar
las primeras miradas,
y si quedan maltrechas de significados,
de cáscara de ideales, de puresas inmundas,
cómo encontrar un río con los primeros pasos,
un río -para lavarlos- que las lleve.