¿Queremos la utopía?

Leemos en Boulé sobre la compatibilidad de la utopía y la libertad, y me he tomado la libertad de copiar parte de su artículo, que también podeis ver en su web, y seguir alli el debate y la visita de esta magnifica web.

En estos días, algunos de mis alumnos han comenzado a preparar una trabajo sobre Un mundo feliz (en pdf). Las connotaciones de este libro son muchas, y se pueden aplicar a disciplinas como la ética o la psicología. El libro es uno de los mejores ejemplos literarios de lo que algunos han llamado «utopías negativas». Pensar alrededor de la utopía ha sido una de las tareas que más han absorbido a los filósofos a lo largo de los tiempos: desde Platón hasta el Renacimiento, epoca en la que la utopía se convierte casi en un género literario, pero también en la Ilustración, en el marxismo o en la misma filosofía nietzscheana podemos encontrar semillas de utopía. El filósofo tiende a soñar, pero no siempre se para a pensar en las posibles consecuencias negativas que podría tener el cumplimiento de esos sueños. «El sueño de la razón produce monstruos», nos dice uno de los grabados de Goya, resaltando precisamente estos posibles perjuicios inesperados.

Y eso es precisamente lo que encontramos también en el libro de Huxley: un mundo en el que todos son felices, pagando a cambio con la libertad. Un alto precio, sí, pero también es alta y valiosa la recompensa. No en vano es la felicidad la aspiración común de todos los seres humanos. Sin embargo, Huxley nos plantea un interrogante inquietante, y que puede incluso dar miedo a quien lo lea por primera vez: ¿Acaso puede el hombre alcanzar la felicidad sin renunciar a la libertad? Su respuesta parece clara: no. La libertad propia puede significar, a la larga, elecciones desacertadas, infelicidad, desgracia. Pero también la libertad ajena puede inmiscuirse en nuestros planes, chocar frontalmente con nuestras necesidades y proyectos. ¿Qué hacer entonces? ¿Ser libres y desdichados o esclavos y felices? La sombría situación que presenta Huxley parece no dejarnos escoger ningún témino medio.

Y alguien podría pensar que el libro de Huxley está teñido de pesimismo. Pero mi pregunta ante esta objeción sería la siguiente: ¿Acaso no es toda utopía, en cuando tal, una restricción a la libertad humana? Quizá las utopías de Silvio o el Imagine de Lennon, ese mundo maravilloso sin cielos ni infiernos, sin fronteras y sin disputas, pueden esconder debajo de sí una limitación de la libertad, incompatible con la felicidad humana. Desde esta óptica, la novela de Huxley no sólo nos diría que hay utopías de consecuencias insospechadas, sino algo aún más grave: que no puede haber tampoco utopías positivas. Que la República platónica, la sociedad sin clases de Marx, o la gran unión cosmopolita de Kant son quimeras de la razón que eliminan la libertad humana, y que por tanto no pueden traer la felicidad para todos. ¿Qué os parece a vosotros?