Las personas claramente nos diferenciamos en dos grupos, aquellos que tienen valor para luchar por todo aquello que deseamos, y los que no se atreven a dar el paso, se acobardan por al saltar poder caer en picado. Muchas veces el estar acomodado, que no feliz, nos hace ser cobardes ante la vida, y a la larga siempre recordaremos ese maldito instante, que no tomamos una decisión que nos hubiera llevado al camino de la verdadera felicidad.
La valentía es de las cosas más importantes que puede tener una persona, para mí es algo vital. Más allá de para conseguir aquello importante profesionalmente, sobre todo en el ámbito personal. Aquí nos encontramos con diferentes situaciones en los que la valentía juega un papel superlativo.
La primera es muy típica, e igual de típico es ser cobarde en este aspecto, me refiero al momento de dar un paso con una persona especial, ya sea porque te gusta y no te atreves a decírselo, o porque necesitas dar un paso más en vuestra relación. Sea como fuere, si no damos ese paso, jamás nos lo podremos quitar de la cabeza, es posible que si lo haces, esa historia no termine en lo que soñaste, pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Es muy típico decir, no tienes nada que perder, y no es cierto, siempre puedes perder cosas, por eso yo siempre prefiero decir que tienes mucho más por ganar.
El segundo caso, es menos frecuente, pero creo que todas las personas en la vida pasaremos por esto en algún momento. Me refiero a la autoestima, muchas veces nos encontramos con situaciones, con las que no estamos a gusto con nuestro cuerpo, o con algún aspecto de nosotros mismos. Ahí entra la valentía, de querernos, y de que nos importe absolutamente nada, lo que piense el resto de la gente. Este es un caso que me ocurrió a mi, debido a un problema de piel, me encontré sumergido en un círculo vicioso de vergüenza, por el que no quería salir fuera, y al no salir fuera, empeoraba más aún. Fue a base de llenarme de valor, donde decidí que ya estaba bien, que yo estaba orgulloso de lo que era, y que no me iba a influir si me miraban o no. Así hice y obviamente, en cuanto me dejó de importar lo de los demás, mejoré de manera sustancial.
Por eso este post se titula «La valentía de tener valor», porque muchas veces no es el hecho de tener valor ante una situación, si no de tener valor de cambiar tú mismo, y que a partir de ese momento, optes siempre por la decisión correcta, y que realmente desees.
Por último quería dejaros con una frase de Winston Churchill, sobre lo que es verdaderamente importante, y donde realmente debemos tener valentía:
«El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar.»